Quiero emitir una opinión sobre los exámenes de opción múltiple,
haciendo especial énfasis en el examen CENEVAL y su formato. Para esto me permitiré
abusar de la información, comentarios, opiniones y expresiones de
algunos compañeros que lo han realizado.
Este tipo de
examen, se supone que comprueben los conocimientos, habilidades
características profesionales que han alcanzado durante su formación;
los comparen con el perfil referencial del examen; obtengan una
constancia del logro alcanzado expedida por un organismo externo, el
Testimonio de Desempeño Académico Satisfactorio o el de Alto Rendimiento
Académico (los cuales podrán integrarse en el curriculum vitae), e
incluso titularse en las instituciones cuya reglamentación lo permite.
Personalmente
pienso que este tipo de examen no cumple con su función, puesto que
cualquier tarado, bueno no, me referiré de otra forma ya que, inclusive
los animales, carentes de raciocinio (se supone que esta es la gran
diferencia entre humanos y animales) pueden memorizar respuestas,
mediante estímulos. Por consiguiente, hago así la comparación de estos
exámenes que cuentan con opciones múltiples y afirmo qué, no es primordial no promueve racionalizar, pensar, repensar,
dejar de pensar, discernir, comparar, comprobar, abstraer, imaginar, y
mucho menos hacer uso correcto de sus habilidades mentales, ni de sus
conocimientos profesionales y personales, pues lo único que necesita es
memorizar respuestas; salidas.
¿Cómo pretenden que el valor
que se le da a estas evaluaciones sea justo y refleje la realidad?
Mostrar todas estas cualidades antes mencionadas no pueden ser medidas
en numero. Lamentablemente para posicionarte dentro de la sociedad, es
necesario asignarte un valor, y no precisamente a las personas, sino,
como dije antes, a sus cualidades. Estos exámenes solo sirven para poder
obtener de manera fácil y engañosa un grado superior.
No
nos engañemos, la mayoría de nuestros compañeros con promedios
magníficos, buscaron la salida fácil, “el maestro barco”, el menos
exigente, el temeroso de reprobar, la maestra habladora, la que hace los
mismos exámenes cada semestre. Inclusive otras formas tan conocidas
fuera del salón, soborno (de cualquier tipo), favores mutuos, etc. Pero
cuantos de ellos se merecen realmente su promedio superior a 90. Deben
de tener en cuenta que una calificación de 100 es perfección, y nadie es perfecto, ¿realmente se merecen la calificación que tienen? siendo realistas, no.
Es
necesario cambiar los sistemas de evaluación a los que estamos
condicionados, pues no muestran la
realidad de nuestras capacidades, habilidades y cualidades. Eliminar los
exámenes departamentales en los que “cualquiera con buena suerte”
obtiene 80, y cualquier genio en un mal día puede reprobar. Esto mismo
sucede con “el CENEVAL”.
Lamentablemente falta mucho para
que eso pase, porque, admítanlo, es demasiado cómodo y gratificante
tener buena suerte como para saber quienes realmente somos. Cuestión de
salir fuera del estado de confort que nos provee, la mayoría de las
veces lindas mentiras y entrar en un ambiente diferente para ver de que
estamos hechos y bajo que circunstancias somos mejores.
Por ultimo, quiero aclarar que esto es solamente una nota, una simple opinión basada en hechos reales, de amigos propios y no he realizado un estudio profundo, solo emito lo que ya se sabe pero no se dice.
PARIS
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