Escrito por: París Jairo Javán.
Recientemente leí un artículo en un periódico de circulación local,
la sección de tendencias atrajo mi atención pues en una de sus páginas
aparecían dos de los hombres más ricos del mundo; Bill Gates y Carlos
Slim.
La nota hacía referencia a una contribución por
parte del empresario Mexicano con la pervertidora cantidad (para muchos
de los seres humanos) de cien millones de dólares. Esto para apoyar a
una de las iniciativas filantrópicas, del también empresario
Estadounidense, que encabeza la fundación de Gates y su esposa. El
proyecto busca “erradicar” de la faz de la tierra, la Polio, de una vez
por todas y para siempre, en un plazo de 6 años. Ese es el reto, pues,
se menciona que, lo más difícil es llegar a los cero casos. Sin
embargo, Slim señala “atinadamente” que lo verdaderamente difícil es
conseguir llegar a las poblaciones de mayor riesgo y más remotas. Por
otro lado Gates menciona “de no tener éxito, sería un tremendo revés
para el optimismo sobre lo que los hombres pueden hacer”.
Así
como Sísifo y su mito, estos dos hombres revelan de una manera
peculiar, una interrogante que tiene la vida cotidiana bajo la
incertidumbre. Llegar a hacer; conseguir volver. La gravedad del fracaso
recurrente no es para nada una antitesis de lo irracional de la
victoria.
Quiero poner sobre un momento de razonamiento,
el alcance que puede tener la acción del hombre sobre si mismo y los
demás. Más allá de estar empeñados –como Sísifo –a subir para luego
bajar por pendientes imposibles*. ¿Qué repercusión tiene la acción
lograda sobre un imposible pensado? ¿Qué peso otorga un creíble
convertido en fallo? Personalmente, trato de otórgales el mismo valor a
ambas situaciones, pero, a veces me es difícil darle un sentido a ambas,
y decido, a una concederle esta etiqueta y a la otra atinarla en el
sinsentido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario